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LA HUIDA DE LA CONVERSACIÓN

 

Es sorprendente como en los últimos veinte años hemos presenciado un declive de las conversaciones por la aparición de la comunicación digital. Tanto llega este hábito que prefieren mandar un mensaje de texto a hablar y oír una voz en el teléfono o estar frente a alguien cara a cara. Las conversaciones en persona dan lugar a una mayor conexión emocional; al conversar nos comportamos de forma más humana.  La tecnología seduce, pero vamos olvidando lo que sabemos de la vida y nos hace que llevemos una vida solitaria.  Por tanto no es extraño que el uso frecuente de redes sociales conduzca a sentimientos de depresión, ansiedad. 

Las conversaciones cara a cara dan lugar a una mayor autoestima y mejoran la habilidad para tratar con los demás.  La palabra, la conversación cura. Lo cierto que las conversaciones en la que descubrimos cosas nuevas, suelen tener largos silencios.  La gente dice que este silencio es un vacio del que quieren escapar.  Los jóvenes me afirman que prefieren escribir un mensaje de texto a hablar y que es muy difícil prestar toda atención al que le está hablando.

La tecnología no facilita las emociones. Las redes sociales pueden hacer que la vida emocional de una persona sea realmente dura.  La vida online está asociada a una pérdida de empatía y a una menor capacidad introspectiva.  La tecnología no nos ofrece una educación sentimental.  Como consumidores de los medios digitales, nos debe preocupar también nuestro bienestar físico y emocional. Aunque los niños desarrollan problemas de autoestima y empatía por concentrarse en las pantallas desde una temprana edad, retomar el hábito de la conversación parece ser capaz de revertir esos efectos de forma extraordinaria. 

Vicente Chapero G.