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7 HABITOS DE LOS BUENOS PADRES

  1. Los buenos padres dan regalos, mientras que los padres brillantes dan todo su ser.
  1. Los buenos padres alimentan el cuerpo, mientras que los padres brillantes alimentan la personalidad.
  1. Los buenos padres corrigen los errores, mientras que los padres brillantes enseñan a pensar.
  1. Los buenos padres preparan a sus hijos para el aplauso, mientras que los padres brillantes los preparan para el fracaso.
  1. Los buenos padres hablan, mientras que los padres brillantes dialogan como amigos.
  1. Los buenos padres dan información, mientras que los padres brillantes cuentan historias.
  1. Los buenos padres dan oportunidades, mientras que los padres brillantes nunca se rinden.

 

Nadie se gradúa en la tarea de educar.

Los padres solían ser autoritarios, hoy en día los hijos lo son.  Los maestros solían ser héroes para sus alumnos, hoy en día son las victimas de sus estudiantes.  A los jóvenes no les gusta que los contradigan.  Nunca en la historia habíamos visto a los adultos ser tan dominados por los niños y jóvenes.  Los hijos se comportan como reyes cuyos deseos deben ser cumplidos de inmediato.

En primer lugar, los padres deben aprender a no tener miedo de decir “no” a sus hijos.  Si ellos no escuchan un “no” de sus padres, no estarán preparados para recibir un “no” de la vida.  No tendrán oportunidad e sobrevivir.

En segundo lugar, cuando los padres dicen ”no” a sus hijos, no deben ceder al chantaje y a la presión que éstos ejercen.  De otro modo sus emociones se volverán un balancín: serán dóciles un momento y explosivos al siguiente, estarán felices un momento y malhumorados al siguiente.  Si son inestables y chantajistas en un medio social, serán excluidos del mismo.

En tercer lugar, los padres deben dejan muy claro que puntos son negociables y que límites no lo son.  Por ejemplo:  irse a la cama después de media noche durante la semana de escuela es inaceptable, y por lo tanto, no negociable.  Por otra parte, se puede negociar la cantidad de tiempo para Internet y los juegos.

Si los padres incorporan los hábitos de educadores brillantes que he mencionado, serán capaces de contradecir, establecer límites y eliminar el temor a decir “no” a sus hijos.  Sus reproches, berrinches y crisis no serán destructivos sino constructivos.

Vivimos en tiempo difíciles.  Las reglas y el consejo psicológico ya no parecen ser eficientes.  En todo el mundo, los padres se sienten perdidos, sin un centímetro de terreno para caminar y sin herramientas para penetrar en el mundo de sus hijos.  De hecho, conquistar el planeta psíquico de nuestros hijos es tan complejo como conquistar su planeta físico.  Actuar con base en la inteligencia es un arte que pocos aprenden.

Me gustaría aclarar que los hábitos de los padres brillantes  revelan que nadie se gradúan en la educación de sus hijos.  Aquellos que dicen “no sé” o “no necesita ayuda de nadie” ya han sido derrotados de antemano.  Para educar siempre debemos aprender y conocer la palabra paciencia en toda su plenitud.  Quienes no tienen paciencia,  se rinden, quienes no pueden aprender tampoco pueden encontrar rutas inteligentes.  Infortunados son los psiquiatras que no aprenden de sus pacientes.  Infortunados son los maestros que no aprenden de de sus alumnos y no renuevan sus herramientas.  La vida es un gran escuela que enseña poco a aquellos que no saben leerla.

Como la vida es un gran escuela, los padres deben tratar de entender los hábitos de los maestros fascinantes. Los padres y los maestros son socios en la fantástica tarea de educar.